miércoles, 29 de junio de 2016

Los desafíos del nuevo sistema arancelario en los colegios de la Provincia- Opinión

Compartimos la columna de opinión del Licenciado Marcelo Cabrera sobre los desafíos del nuevo sistema arancelario en los colegios de la Provincia:



El Ministerio de Educación bonaerense está trabajando en un nuevo sistema para fijar topes a los aumentos arancelarios en los colegios de gestión privada a partir de 2017 en base al aporte estatal, que plantea una vuelta al viejo sistema de bandas.


Recientemente se conoció que se está trabajando en la elaboración de un nuevo sistema para fijar topes a los aumentos que pueden implementar cada año los colegios de gestión privada en la Provincia de Buenos Aires. Si bien el mismo se terminará de definir entre agosto y septiembre y entrará en vigencia recién en 2017, plantea una vuelta al sistema de bandas que prevalecía hasta hace poco más de una década atrás (y que jamás fue derogado), pero que fue reemplazado por el de “mayores costos”.

El sistema de bandas establecía una correlación entre el tope de aumento permitido que tenían los colegios de gestión privada y el porcentaje de aporte estatal que percibían. Es decir, cuanto mayor era el aporte que los mismos recibían por parte del Estado, menor era el tope de aumento que podían implementar, en otras palabras: a mayor aporte estatal, menor cuota.

Durante el gobierno anterior se comenzó a implementar un nuevo sistema que, a pesar de que el sistema de bandas seguía vigente, permitía fijar los aumentos en función a la cantidad de costos salariales excedentes a las materias programáticas. Es decir que la sumatoria de costos de salarios extra programáticos (docentes y no docentes como personal administrativo, de maestranza; entre otros) se dividía por la cantidad de alumnos y ése importe era el aumento que podían aplicar a la cuota; independientemente de lo que establecieran las bandas salariales.

La causa de la implementación de este sistema fue la imperiosa necesidad de maquillar la inflación y manipular las estadísticas que prevalecía durante el gobierno anterior. Bajo el
sistema de mayores costos, sólo el valor de los salarios de materias programáticas era considerado como parte del Índice de Precios de Consumidor (IPC), sin contemplar los salarios restantes.

Este sistema dio lugar a abusos y distorsiones arancelarias en perjuicio de los colegios que atienden sectores más pobres y consecuentemente profundizó la injusticia social en la asignación de porcentajes de aporte estatal. También favoreció a los colegios con enormes plantas de personal, que generalmente suelen ser aquellos que atienden a sectores sociales de situación económica más acomodada.

El principal interrogante que debe plantearse a la hora de definir el nuevo sistema arancelario es la revisión de los aportes estatales.

Existe un prejuicio que plantea que los colegios de más bajos recursos son los que poseen mayor subvención y viceversa. Y esto no es cierto. La distribución de las subvenciones siempre estuvo apalancada sobre los procesos históricos de desarrollo de la educación en Argentina. Hace dos ó tres décadas atrás, sin la obligatoriedad de la educación media, casi no existían colegios secundarios. El Estado no tenía la necesidad de abrir secundarios de gestión estatal y por ello se limitó a subvencionar fuertemente a los privados que nacieron en ese contexto. Y muchos de esos colegios, que hoy poseen cuotas elevadas y con el sistema de mayores costos aumentan las mismas de manera significativa, poseen además aportes del 80% o superiores; mientras que otros colegios de gestión privada nacidos más recientemente poseen subvenciones más bajas aún cuando están en zonas de bajos recursos.

La vuelta a un sistema de bandas plantea evitar que sigan ocurriendo estas prácticas oportunistas en el sistema de gestión privada. Pero, ¿implica una redistribución más equitativa de los aportes o es un argumento para bajar algunas subvenciones altas y con ello continuar disminuyendo el gasto público? Lo ideal sería que haya una reasignación acorde a las necesidades de cada colegio y que obligue a los más favorecidos a optar por una subvención más baja o a evitar los incrementos innecesarios de costos; pero siempre y cuando no concluya en otro artilugio para bajar el aporte estatal en uno de los sectores más sensibles al futuro de nuestra nación. Cuanto más si se tiene en cuenta que el 40% de los alumnos asisten a establecimientos de Gestión Privada y que la misma representa al Estado solamente un 6,5% del presupuesto en personal de educación provincial.